Marat Sade.

Hace unos días tuve el placer de ver, en la ESAD, la muestra de mis compañeros de expresión corporal. Y guau.

Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, representados por el grupo de actores del Hospicio de Charenton bajo la dirección del señor de Sade.

En este trabajo coral vi esfuerzo, ganas, alegría, ilusión, miradas, caricias, voces, expresiones, cuerpos, historias, personas, locos, cuerdos, amor, odio y arte.

La muestra estuvo basada en la obra con el mismo nombre, extrayendo la esencia de algunos fragmentos.
La obra original encarna muchas aristas sobre las cuales se puede explorar. Y, siendo la locura el punto inicial de investigación – ¡vaya inicio!- caemos en la cuenta de que los personajes son tan libres como oprimidos a la vez. La locura, ya sea en su bipolaridad, esquizofrenia, autismo, o psicosis, entre otros bocados de la mente, permite cierta libertad y creación de una nueva realidad, la cual deberá de ser enlazada con los textos, matices e intenciones que exige el argumento. Y teniendo, encima, como director –ficticio, para alivio de los actuales espectadores- al marqués de Sade, un personaje que existió realmente en la historia, e hizo que su nombre quedara como adjetivo para nombrar aquellos rudos placeres sexuales que hoy en día nos sorprenden –con susto para unos, con placer para otros-. Caemos entonces en dos puntos principales en esta obra: locura y sadismo (no sólo sexual, porque hay muchas formas de ser sádico). Y para aumentar el tono del asunto, le aumentamos ingredientes –no menos importantes, de ninguna manera- como política, rebelión, opresión y hasta un incierto pudor ¿moral? –Gracias a Coulmier- para no caer en un infierno mental (al menos para que no nos demos cuenta del mismo, o el del que vivimos y que gracias a la providencia, sobrevivimos).


Siento no haberos avisado antes, ¡a ver si puedo subir el vídeo pronto!